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Los españoles son felices y tolerantes, y están satisfechos con su familia y el trabajo, según el CIS (EL CORREO)

El último informe del CIS pone de relieve que se acelera su alejamiento de la Iglesia Las personas conservadoras, de más edad y menos ingresos son quienes peor aceptan a los inmigrantes. Felices, satisfechos con su vida de familia, celosos de su libertad aunque algo desconfiados, tolerantes pese a que crece en alguna medida el recelo ante la inmigración, alejados cada vez más de la Iglesia como institución y razonablemente a gusto con su trabajo. Así son los españoles del siglo XXI según el último informe del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), elaborado por la socióloga vizcaína María Jesús Campo Ladero. El estudio, titulado Relaciones interpersonales: valores y actitudes de los españoles en el nuevo milenio , permite contemplar además el cambio de actitudes registrado en los últimos años, cambio muy acelerado en algunas materias, aunque en otras, como la familia o el trabajo se mantienen firmes valores y comportamientos que podríamos denominar tradicionales. El primer dato que llama la atención es el generalizado sentimiento de felicidad: tres de cada cuatro españoles, en medida algo mayor los hombres que las mujeres, dicen sentirse muy o bastante felices. Y de forma masiva consideran que lo más importante en su vida es la salud y la familia, y lo menos la religión y, sobre todo, la política. Lo privado adquiere primacía ante lo público. El mayor nivel de estudios hace también que en los últimos años haya decrecido la importancia que para los ciudadanos tienen el trabajo y el bienestar económico. Como dice la autora del informe, se confirma que a medida que sube el nivel de renta se pone mayor énfasis en otros aspectos. LIBERTAD Y TOLERANCIA Aceptar la diferencia La libertad como valor primordial gana terreno ante la igualdad, sobre todo entre los varones con estudios superiores y escasas o nulas convicciones religiosas. Son los mismos que muestran la mayor tolerancia, un concepto que está ganando peso en la sociedad española. En apenas quince años, la aceptación de homosexuales, enfermos de SIDA y personas alcohólicas, por ejemplo, ha mejorado de forma extraordinaria. Por el contrario, aumenta el rechazo hacia los trabajadores inmigrantes -aunque sea bajo- y la actitud hacia las personas de otra raza muestra una trayectoria pendular. «Parece que España participa de los temores y preocupaciones europeos en esta materia con especial intensidad», comenta María Jesús Campo, aunque la situación según los países sea muy distinta. Es significativo que quienes ven con mayor recelo la llegada de trabajadores extranjeros sean, además de las personas de mentalidad más conservadora y mayor edad, quienes tienen un bajo estatus socioeconómico. La interpretación más plausible, como se apunta en el trabajo, es que son éstos quienes suelen tenerlos como competidores por un puesto de trabajo y también como vecinos, circunstancias improbables para las personas de alta cualificación y elevado nivel económico. En general, las personas de renta alta se muestran también más confiadas hacia los demás. LA FAMILIA Un valor sólido El matrimonio es una institución milenaria, pero que esté pasado de moda es una convicción que tiene algo menos de uno de cada cuatro españoles. Y en esto, como en tantas cosas, cada uno ve la feria según le va, porque los más contrarios al mismo son quienes están insatisfechos con su vida familiar. De todas formas, la familia, que tan importante es para los españoles, no debe entenderse sólo en sentido tradicional, pese a que los valores que contribuyen a hacer un matrimonio feliz (se supone que también una pareja), respeto mutuo, cariño, entendimiento, fidelidad, son los mismos de siempre. Esta consolidación de valores tradicionales va acompañada de una cada vez mayor tolerancia respecto de las uniones no convencionales. Algo que se percibe tanto entre los jóvenes como entre los mayores. «Estos resultados muestran un claro avance en los índices de permisividad en el mundo privado, de libertades personales, sexuales y familiares, y de autonomía de los comportamientos individuales», comenta la autora del estudio, quien añade que, sin embargo, esa mayor tolerancia no significa que crezca en la misma medida el volumen de uniones no matrimoniales. Esas familias, constituidas o no en torno a un matrimonio, transmiten a los hijos -cada vez menos, pero cada vez más deseados- sobre todo los valores de buena educación , tolerancia y respeto , sentido de la responsabilidad y honestidad . RELIGIÓN Práctica bajo mínimos La importancia de Dios en la vida de los españoles desciende a medida que pasan los años. Es menor entre los hombres que entre las mujeres, y baja de la misma manera entre los jóvenes y las personas con estudios superiores y altos ingresos. En cuanto a la práctica, el trabajo revela que el porcentaje de personas que van al menos una vez a misa cada mes cayó a razón de casi un punto porcentual por año de 1998 a 2002: ha pasado del 42,5% al 39,5%. Aún más significativo es el dato de que sólo el 9% de los menores de 35 años acude semanalmente a misa. O que dos de cada tres españoles tengan poca o ninguna confianza en la Iglesia. Aquí se ha producido una caída aún más rápida: diez puntos porcentuales desde 1995. Los datos preocupantes para la Iglesia española como institución no terminan ahí. Preguntados por su papel para ofrecer soluciones a los retos de la sociedad actual, el 55% de quienes se confiesan religiosos no muestra confianza alguna en que pueda resolver los problemas de la vida familiar ni las cuestiones morales. Y lo que es más grave: el 43,5% de ese mismo colectivo de personas religiosas cree que la capacidad de la Iglesia para resolver problemas espirituales es escasa. No parece que esta evolución vaya a detenerse. Sólo el 7,7% de los españoles piensa que la religión será más importante en el futuro, frente a un 56,8% que prevé que lo será menos. Por el contrario, un 57% de los españoles confía en que los avances científicos y tecnológicos serán beneficiosos para el futuro de la sociedad. EL TRABAJO Un buen salario y algo más Los españoles conceden una importancia elevada al trabajo y están bastante satisfechos con el suyo, a despecho del elevado índice de temporalidad de los contratos. Lo más relevante en ese apartado es que esté bien remunerado. Sin embargo, hay diferencias significativas según el sexo: las mujeres ponen menos énfasis en los aspectos económicos y dan más importancia a las condiciones del puesto de trabajo. O según el estatus profesional: los empresarios están más satisfechos con su trabajo que con su vida familiar, lo contrario que los asalariados. Pero en todos los casos, comenta María Jesús Campo, «cuando las necesidades más básicas comienzan a estar satisfechas, cobran más importancia, como factores de motivación en el trabajo, otro tipo de necesidades relacionadas con el desarrollo y la realización personal». Sin embargo, añade, desde 1987 pierden posiciones aspectos como la oportunidad de tener iniciativas , la responsabilidad y la utilidad social , y las ganan tener un buen horario y trabajar sin excesiva presión. César Coca, Bilbao EL CORREO, 27 de octubre de 2003
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