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El peligroso "boom" del turismo sexual (EL PAÍS)

La policía y las ONG denuncian un incremento particular de los viajes en busca de contactos con niños. El turismo sexual es un negocio creciente. Aunque aparentemente debería estar ligado al mundo de los adultos, cada vez hay más menores implicados y sujetos de abusos. Las razones son principalmente dos: el temor al sida ha hecho crecer la demanda de personas vírgenes con las que mantener sexo seguro, que, a su vez, ha hecho descender considerablemente la edad de las personas prostituidas. Y el fácil acceso a Internet ha permitido el intercambio de información sobre los lugares donde tener "el mejor sexo". Ambas cosas han convertido la explotación sexual de niños en el tercer negocio mundial, después del tráfico de drogas y de armas. Según una ONG internacional, en España viajan al año 30.000 turistas en busca de sexo con niños. "Enfrente de uno de los primeros burdeles, un chico me dio la bienvenida y me preguntó si estaba interesado en chicas jóvenes. Yo estaba interesado en chicas jóvenes, pero las que me enseñaron eran demasiado jóvenes para mí: tenían sólo 14 o 15 años. Una de éstas me costaba 15 dólares. Las chicas mayores tienen unos 18 años y son aquí la mayoría. Yo las calificaría como bonitas en general, pero algunas son guapas, y lo más positivo: todas parecen sanas. (...) Un rato con una de estas chicas mayores cuesta cinco dólares. (...) Parece que también están disponibles niñas muy jóvenes. Cuando pregunté a una de las chicas qué edad podría tener la chica más joven disponible en Svay Pak, me contestó en un tono muy serio: un mes". Svay Pak, en las afueras de Phnom Penh (Camboya), es uno de los supermercados mundiales del turismo sexual. Y este relato es uno de los miles que se intercambian turistas occidentales en Internet sobre sus correrías sexuales en países deprimidos. El hombre que escribió este diario en la página web worldsexarchives.com viajó solo a Thailandia y después a Camboya, y compró sexo de todo tipo casi todos los días durante un mes. El turismo sexual es un negocio creciente. No hay cifras globales, pero los anuncios de "vacaciones exóticas" proliferan en la Red: "Viajes sexuales. Agencia especializada en viajes exóticos a lugares increíbles para solteros, casados, parejas, nudistas... También planifican actividades deportivas y cruceros muy calientes"; "La mejor guía para planificar tus vacaciones sexuales. Miles de chicas, acompañantes, prostitutas, hoteles de lujo, prostíbulos... para no perderte nada en tu próximo viaje", "Vacaciones para adultos al Caribe con sus acompañantes... Tú las escoges". Uno de los productos más solicitados por el mundo occidental es el sexo en todas sus variantes. Cada vez son más las personas que acuden a ellas en busca de "una aventura" o "del aliño picante de unas vacaciones". También españoles. Internet ha servido para difundir este tipo de prácticas, bien mediante pornografía infantil o bien mediante foros, como el citado anteriormente, en los que se intercambia información sobre dónde encontrar "el mejor sexo". Y, dentro de este mercado, uno de los sectores mejor organizados a nivel internacional es el de la prostitución de niños y niñas. "Este fenómeno, junto con el resto de formas de explotación sexual comercial de la infancia, constituye el tercer gran negocio ilegal a escala mundial (genera anualmente unos 5.000 millones de dólares de negocio en todo el mundo), justo después del tráfico de armas y el de estupefacientes", denuncia un informe reciente de la Red Internacional de Organizaciones contra la Explotación Sexual de la Infancia (Ecpat). Esta organización es una referencia para organismos como la Unesco, Unicef e incluso Interpol. El hecho de que el turismo sexual tenga cada vez con más frecuencia como víctimas a menores de edad se debe sobre todo a dos causas. Por un lado, la facilidad de los intercambios en Internet y, por otro, el miedo al sida: aquellos que buscan sexo prefieren personas vírgenes para mantener relaciones sexuales seguras. Incluso en algunas culturas se ha llegado a hablar de que "tener sexo con una persona virgen curaba el sida", dice Ecpat. El resultado es un ejército de niños de corta edad que, aparte de sufrir abusos, quedan infectados. Españoles en busca de sexo España también es un país emisor de turistas sexuales que buscan sexo con menores, según el informe de Ecpat. Un estudio de la Organización Mundial de Turismo (OMT), mediante encuestas anónimas, afirma que, de los casi 700 millones de viajes turísticos que se producen al año en todo el mundo, un 20% tiene como motivación principal el turismo sexual, y, de éstos, un 3% persiguen un turismo sexual infantil. Ecpat aplica esos porcentajes al turismo español y concluye que "entre 30.000 y 35.000 españoles viajan cada año a América Latina con el único fin de mantener relaciones sexuales con niños". Los destinos preferidos de estos turistas españoles son Cuba, República Dominicana, México, Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Brasil, Venezuela y Colombia. Fuentes de las empresas mayoristas de viajes españolas confirman que ésos son los destinos más elegidos por hombres solos y grupos de jóvenes. Otro aspecto del informe que delata la existencia de un número importante de explotadores sexuales españoles de niños es el alto consumo de pornografía infantil vía Internet que hay en España. Según un estudio de Anesvad España, es el segundo país del mundo, detrás de EE UU, en consumo de pornografía infantil en la Red. Según Ecpat, los potenciales explotadores españoles se concentran principalmente en Madrid, Cataluña y Valencia. "Está demostrado que las comunidades pedófilas intercambian información sobre lugares donde poder viajar para tener relaciones sexuales con niños. Existen en este momento varias comunidades activas en Latinoamérica en las que participan numerosos españoles y las investigaciones policiales están abiertas", dicen. Fuentes de la Brigada de Delitos Tecnológicos del Cuerpo Nacional de Policía aseguran que "la mayoría de los detenidos acusados de difundir y consumir pornografía infantil en la Red han viajado a los países en los que el sexo con niños es fácil". "Los países en vías de desarrollo han aprendido y se han visto obligados muchas veces a convertirse en el foco de oferta de todo aquello que Occidente demanda: mano de obra barata, mercado rentable para exportaciones o depósitos de residuos tóxicos. Es precisamente en esas situaciones donde nace el turismo sexual, tanto entre adultos como entre adultos y niños y niñas", señala Josep Anton Arrebola, secretario general del Consorcio Ecpat España. En la actualidad, el derecho penal de unos 24 países de todo el mundo contiene disposiciones para perseguir delitos sexuales contra menores cometidos en el extranjero. Sin embargo, se encuentran con dificultades: las leyes no guardan coherencia entre los distintos países y hay insuficiencia de poderes y recursos. Distintos informes constatan sobre el terreno que los traficantes compran (cuando no secuestran) a un niño por entre 100 y 200 dólares para después venderlo hasta por 14.000 dólares. Según Ecpat, "existen niños explotados porque existen hombres y mujeres dispuestos a pagar para utilizarlos como objetos de placer sexual". Interpol y Unicef, junto a otras organizaciones, han denunciado que entre 1996 y 2003 ha aumentado alarmantemente el número de denuncias tanto de locales como de extranjeros en Latinoamérica. Sin embargo, según Arrebola, contra turistas españoles aún no hay nada. "No existe ninguna denuncia ni ningún inicio de proceso que conozcamos, a diferencia de lo que pasa con la pornografía infantil. Pero también es cierto que eso se ha producido a raíz de la creación de un organismo policial específicamente dedicado a la investigación de esos delitos. Quizá si se persiguiera igual el turismo sexual de españoles con niños extranjeros nos llevaríamos una sorpresa". Explotadores camuflados Contrariamente a lo que se cree, y siempre según las investigaciones de Ecpat, la inmensa mayoría de explotadores sexuales (preferentemente hombres) no son pedófilos ni presentan patologías psiquiátricas relacionadas con la pederastia. Son ciudadanos normales, respetables en sus comunidades de origen, con mujer e hijos, con profesiones cualificadas y con un estatus social económico medio-alto. Suelen ser consumidores habituales de viajes de turismo sexual, pero no se desplazan con la intención de abusar de niños y niñas, sino que más bien buscan la prostitución adulta. Lejos de sus países, protegidos por una sensación de anonimato y superioridad social y económica, se encuentran con la existencia de una ingente oferta de niños/as para la prostitución. Muchos acaban viendo normal esa situación, se animan a probar experiencias y se forjan falsas autojustificaciones como: "los niños de estos países maduran sexualmente mucho antes", "son ellos los que se ofrecen porque quieren tener experiencias sexuales", "debe ser legal". Y así, pensamientos y acciones que jamás se plantearían en sus países, se activan en el destino turístico elegido. Y entran en ese mercado inmoral y, la mayoría, vuelve a repetir e incluso anima a otros a hacerlo. Existe a la vez otro grupo de explotadores que sí son pedófilos y buscan activamente el contacto sexual con niños. Es un grupo relativamente poco numeroso pero muy activo, y acostumbran a aprovechar la explotación de las víctimas también para generar pornografía infantil, que intercambian entre ellos por la red. No suelen ser clientes habituales de burdeles, sino que consiguen los niños directamente de las calles o a través de contactos con las mafias locales. A diferencia de los "explotadores circunstanciales", estos últimos viajan con muchísima asiduidad e incluso llegan a instalarse en el país de destino. Patricia Ortega Dolz - Pablo X. de Sandoval, Madrid EL PAÍS, 20 de julio de 2003
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