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Arrasa el "look" carcelario (EL MUNDO)

Una página web alemana se convierte en un inesperado éxito al vender la ropa diseñada por los presos de la cárcel deTegel / El "boom" ha sido tal que ya planean abrir una tienda en el barrio "chic" de Mitte. Ulrich Fehlau, el director del proyecto Haeftling (Preso), la marca que vende en Internet ropa carcelaria, apenas puede creerse lo que está pasando. Desde que el viernes pasado se puso en marcha la venta on line, a través de la web www.haeftling.de, recibe continuas peticiones de Alemania y el extranjero. Su proyecto se anuncia como la marca «de dentro» (de la cárcel) que ahora también puede llevarse «fuera». Acaban de incluir un texto en su página en el que se pide perdón a los interesados en adquirir la ropa por los posibles retrasos en los envíos.«El éxito nos ha llegado por sorpresa. Ha sido arrollador. Hemos recibido unas mil demandas, entre camisas y chaquetas, los productos que han sido mejor acogidos, aunque cada vez hay más interés por las deportivas y las maletas. Tenemos que emplear a más presos para que se ocupen de facilitar los encargos por correo», comenta satisfecho Fehlau, responsable de los talleres ocupacionales de la penitenciaría de Tegel, que se presenta como la mayor de Europa con 1.670 reclusos varones. Desde 1898, los presos se confeccionan ellos mismos la ropa, como queda claro en la presentación de Haeftling. Son esas clásicas camisas de algodón, de fondo azul y finas rayas blancas, o los robustos zapatos de trabajo. En el muestrario de la Seidelstrasse 41, junto a la cárcel de Tegel, pueden verse las labores de los reclusos: juguetes de madera, lámparas Tiffany y grills, principalmente. El ingenioso Stephan Bohle, de la agencia de publicidad Herr Ledesi vio en marzo pasado un anuncio en un periódico sobre este comercio junto a la cárcel. Se acercó a curiosear los productos y allí encontró en una esquina un par de deportivas que nada tenían que envidiar a las que se adquieren en las tiendas de moda. Eran marrones con cintas azules en los laterales y un toque vaquero alrededor de los cordones. Sencillas y cómodas, pero con un toque diferente y atractivo. Experto en tendencias y en marketing, Bohle, de 37 años, se dio cuenta de que el producto confeccionado por los reclusos podía funcionar fuera de la cárcel por su atractivo y por la historia que hay detrás de lo que se adquiere. «Las prendas que llevan los presos son prácticas y sencillas, como refleja la tendencia más actual», señala Bohle, que tenía claro que la marca no podía ser otra que Haeftling (Preso), un nombre que conlleva la adecuada carga de provocación. «Es muy fácil de comprender y un tanto atrevida, ahí está la clave», añade sin ningún pudor el creativo, encantado del eco que ha tenido la marca. Para el responsable del proyecto en la penitenciaría, Ulrich Fehlau, se ha puesto en marcha una auténtica revolución. «En la cárcel de Tegel, hay un 40% de paro. Muchos de los reclusos que hay aquí jamás han trabajado. Lo más importante de esta tarea es que muchos se sentirán útiles y recuperarán su dignidad, al tiempo que se preparan para reintegrarse en la sociedad», explica Fehlau. «El trabajo eleva la moral. Los hombres que están ahora empleados en esta labor con la ropa ganan algo de dinero, con lo que se costean un par de caprichos», señala. En la sala de exposiciones de Seidelstrasse, pueden verse algunas de las prendas confeccionadas por los reclusos. La muestra está recibiendo más visitantes de lo acostumbrado, animados por la repercusión de la noticia en los medios berlineses. Barbara Hopper se mueve laboralmente entre presos y jueces, de ahí su interés por el proyecto. La ropa de la marca Haeftling le llama la atención, e incluso pregunta el precio de las zapatillas de deporte, que cuestan 25 euros, una ganga si se tiene en cuenta el material y su diseño.«Me parece un proyecto muy interesante, pero creo que estas tareas ocupacionales deberían servir también para que el preso redujese su periodo de condena, de forma que estuviera doblemente motivado y, a la vez, supiera que sale a la calle con una preparación que antes no tenía», afirma Barbara, mientras observa con detalle una camisa de rayas de puro algodón que puede adquirirse por 29 euros. Envíos postales Los 90 reclusos que por el momento trabajan en la confección de ropa para la marca Haeftling y en los envíos postales cobran una media de ocho euros por jornada laboral. Los ingresos se reparten entre la agencia de publicidad, que tuvo la idea y ha confeccionado una atractiva página en Internet, la penitenciaría, que paga a los presos y dedica parte de los fondos a ampliar la biblioteca, por ejemplo, y el propio Estado de Berlín. El director del proyecto, Ulrich Fehlau, confirma que la mayor parte de los encargos proceden del territorio alemán, si bien también han recibido peticiones de Suiza, Austria y Canadá. «Hemos registrado hasta 20.000 entradas en la página y cerca de un millar de encargos. La idea comienza a conocerse en Europa y eso se nota en las nuevas peticiones. No sólo los jóvenes se han interesado, también otros segmentos de edad», afirma Stephan Bohle, de la agencia Herr Ledesi. En breve, ofrecerán las chaquetas en colores de moda, como el naranja o el caqui. Si la venta sigue adelante con este inusitado éxito, la tienda de Seidelstrasse se ampliará e incluso Stephan Bohle no descarta abrir un comercio en el barrio de Mitte (muy fashion), posiblemente con cierta estética carcelaria para atraer a la clientela. Ana Alonso Montes EL MUNDO, 17 de julio de 2003
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