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El pagador de los hombres-bomba (EL MUNDO)

La cantidad que daba a las familias dependía del daño causado por el kamikaze. Desde Irak hacía llegar los pagos a Palestina. Ahora la CIA y el Mosad lo han identificado: Taha Yassin Ramadán, vicepresidente de Sadam. El 10 de diamantes. Los servicios secretos de Israel y Estados Unidos rivalizan en una carrera contra el tiempo para ver quién es capaz de encontrar antes a un personaje del régimen de Sadam Husein, desaparecido junto a él en los últimos días de la guerra. Hasta hace poco tiempo sólo se conocía su seudónimo, Abu Hassan, y su siniestra labor, la industria del terrorista suicida, pero jamás nadie había sido capaz de identificarlo. Desde la sombra ha manejado, sobre todo en los tres últimos años, centenares de millones de dólares en una poderosa red de financiación en torno a los atentados suicidas. Al fin se ha descubierto uno de los secretos mejor guardados por el régimen iraquí: bajo el seudónimo de Abu Hassan se escondía Taha Yassin Ramadán al-Jizrawi, uno de los hombres más próximos a Sadam desde 1968. Fue fundador, y director durante 20 años, del Ejército Popular iraquí, ex ministro de Industria, Finanzas y Vivienda, miembro del Consejo de la Revolución y vicepresidente del país desde 1991. Ahora es uno de los personajes que figuran en la famosa baraja de la muerte distribuida por los soldados estadounidenses en Irak -su foto aparece en la que corresponde al 10 de diamantes- a los que buscan dentro y fuera del país. Diversos documentos a los que hemos tenido acceso demuestran su implicación inequívoca con los hombres y mujeres bomba, los suicidas radicales islámicos que han estado promovidos y financiados por países como Arabia Saudí, Irán y sobre todo Irak, hasta la caída del régimen de Sadam. No se trata de una ayuda con simples palabras de aliento sino de toda una organización con líneas financieras, cuentas bancarias, informes y una compleja y férrea red de distribución. Taha Yassin Ramadán era el patrón de todos ellos. El vicepresidente iraquí tiene un odioso historial en su propio país. Nacido en el seno de una familia pobre de la región de Mosul, trabajó como empleado en un banco después de estudiar secundaria. Ascendió hasta la cúpula del partido Baaz, en el que se apuntó en 1968, por sus métodos expeditivos. Fue él quien, semanas atrás, sugirió que Bush y Sadam dirimieran sus diferencias en un duelo a muerte con las armas que el estadounidense prefiriera.Los exiliados iraquíes le acusan de crímenes contra la Humanidad por su brutal papel en la represión de la rebelión chií del sur, en 1991, y de matar a miles de kurdos en el norte del país, en 1988. De sus presuntas conexiones con el terrorismo internacional, ya se sabía que en 1998 albergó a un enviado especial de Osama bin Laden, Ayman al-Zawahri. En torno a los suicidas palestinos se mueve un mundo burocrático y económico que convierte cada atentado en el eslabón de una cadena perfectamente planificada. La familia de cada palestino muerto en la Intifada recibe una cantidad fija en dólares que luego, de una forma directa o a través de los tribunales religiosos islámicos de cada barrio, asignan al familiar adecuado (padres, hermanos, hijos). Arabia Saudí, por medio de una fundación de ayuda al pueblo palestino, entrega 5.300 dólares por cada uno de los suicidas, siempre que su acción esté suficientemente acreditada. La Autoridad Palestina dona 2.000 dólares, e Irak, hasta la fecha del comienzo de la guerra, 25.000 dólares. Capital iraní ha llegado hasta las familias de la localidad de Jenin para compensar a los heridos, que han cobrado, según la gravedad de las lesiones, cantidades que van desde los 500 dólares hasta los 5.000. Bagdad entregaba 10.000 dólares por cada kamikaze palestino. Conforme avanzaba la Intifada aumentó el precio. En agosto de 2001 la cantidad ascendía a 15.000 dólares. En el año 2000 se subía la suma hasta los 25.000 dólares siempre que se constatara que el suicida había conseguido matar a ciudadanos israelíes. Para que el dinero llegue a pagarse, las autoridades locales deben realizar un informe completo del atentado y certificar la actuación del terrorista. En caso de duda, la familia presenta alegaciones para convencer a los donantes de que se ha tratado de un auténtico suicidio y no de un combate esporádico. TRES TIPOS DE SUICIDAS La macabra tarea se convierte así en un asunto burocrático en el que se llegan a establecer tres categorías (A, B y C) con diferentes derechos a la hora de una indemnización. Los catalogados como serie A son los suicidas que han conseguido víctimas mortales israelíes. La clase B engloba a los suicidas que fallan en su intento y a pesar de inmolarse no consiguen matar a nadie. En la categoría C entran los presuntos suicidas que son abatidos sin haber conseguido su propósito. La dotación económica para cada categoría es diferente. La canalización del dinero es variada. En ocasiones, las sumas llegan en metálico transportadas por correos palestinos por la ruta Bagdad-Amán. Bagdad ha empleado para algunas transacciones a la compañia estadounidense American Western Union. La mayor parte de las veces se tramita a través de entidades bancarias como Bank Cairo-Amman, Al Aqari Mortgage Bank, de Egipto o el Arab Bank. Desde octubre de 2000 hasta mediados de 2002 han llegado mensualmente a la central del Palestine Investment Bank -una entidad privada establecida en Ramala en 1945 con ayuda del Jordan Investment Bank-, en Al Brieh y a varias de sus sucursales en Gaza y Hebrón. Las sumas se transfieren a cuentas del Arab Liberation Front, ALF, y su distribución es supervisada por el secretario general del grupo y representante del partido Baas palestino Rakad Salem, conocido como Abu Mahmud. En los archivos del cuartel general del ALF en Ramala, así como en el de Tulkarem, las fuerzas israelíes han capturado dentro de la operación Escudo Defensivo documentación entre la que se encuentran listados, cheques y recibos con todos los detalles de estas transacciones. Entre 2000 y 2001 está documentado que Taha Yassin Ramadán transfirió a una sola cuenta -la denominada por la organización como número uno- 8.650.085 dólares a los familiares de los suicidas. En el mismo periodo, las cuentas de Nablus y Gaza recibieron algo más de seis millones de dólares. Sólo en los dos primeros meses de 2002 se enviaron un total de 937.181 dólares en seis remesas distintas. A primeros de mayo de 2002 se envió un cheque urgente de un millón de dólares para los primeros gastos de las familias afectadas por los ataques israelíes. 500.000 dólares fueron enviados a Gaza. En las mismas fechas se hizo una petición de datos para recabar la lista de 27 suicidas en la zona de Hebrón con motivo de proceder a las consiguientes indemnizaciones y se enviaron 70.000 dólares para los gastos que el tema ocasionara. En los primeros meses de la Intifada los pagos a las familias de los mártires se hacían en privado, en las propias casas de los afectados. Más tarde se consideró que desde el punto de vista propagandístico era más eficaz realizar ceremonias públicas para la entrega de los cheques. Así se celebraron varias en Cisjordania y en Gaza. Una de las más importantes tuvo lugar el 7 de mayo de 2002 en Jenin. Después de varios discursos, 85 familias recibieron sus cheques, 79 por compensación de muerte en combate y seis como mártires suicidas. En la franja de Gaza se celebró otras de estas ceremonias en la localidad de Jabaliya, el 11 de junio de 2002. Una vez más, los familiares recibieron 10.000 dólares por cada muerto de la Intifada y 25.000 por los suicidas. Antes del cobro, las familias deben seguir escrupulosamente un procedimiento burocrático. Tienen que presentar la célula de identificación, el certificado de defunción y las patologías sufridas durante el atentado. En ocasiones se piden también detalles sobre las tendencias políticas del difunto. Todo eso es transferido con la colaboración de la Autoridad Palestina al ALF. Si todo está en regla, los beneficiarios firman un recibo en el que se concretan los datos de cada caso y la cantidad a recibir. En el encabezado figuran siempre las palabras Combatiente Presidente Sadam Husein. Hay ocasiones en las que el pago de la recompensa por los atentados se convierte en un litigio entre los familiares y los representantes del ALF. Existen cartas manuscritas cruzadas entre ambos en el caso de Abd al Karim Abu Na'isah. Los responsables del ALF en Jenin contestan a su familia, el 9 de mayo de 2002, que no pueden considerarlo como suicidio al haber sido un intercambio de disparos con fusiles de asalto sin que hubiera ninguna bomba por medio.Los familiares insisten. Se reexamina el caso y al fin se decide considerarlo como suicidio, por lo que la familia de Abu recibe 25.000 dólares. El ataque tuvo lugar en la estación de autobuses de Afula el 27 de noviembre de 2001. Hubo dos muertos y 48 heridos, todos ellos israelíes, además del propio suicida. Fue reivindicado por los mártires de Al Aqsa. Para su realización se recibieron desde Damasco y Bagdad 31.000 dólares. CHEQUES EGIPCIOS En ocasiones son las propias organizaciones políticas las que se adelantan para ayudar a que las familias consigan la recompensa. Es el caso de Amer Mohamed Issa Shakukani. Sus familiares recibieron una carta de la organización Fatah de Ramala, próxima a Arafat, para certificar que el aludido era un mártir de la Intifada que se inmoló explotando un coche bomba en Tel Aviv, el 24 de mayo de 2002. No han sido excepcionales las ocasiones en las que los familiares recibieron a la vez la compensación que llegó desde Irak, 25.000 dólares, y desde Arabia Saudí, 20.000 rials, aproximadamente 5.300 dólares. Es el caso, por ejemplo, de Umar Mahmud Ibrahim Akawi de Nazaret. Taha Yassin Ramadán no ha tenido ningún escrúpulo en entregar sus cheques a árabes israelíes. El 16 de diciembre de 2000 se pagaron en la ventanilla del Palestine Investment Bank nueve cheques con 10.000 dólares cada uno, procedentes de Irak, a los familiares de nueve árabes israelíes que murieron en los disturbios de octubre de 2000. Fueron inscritos en los archivos del ALF como mártires de la Intifada. La caída del régimen de Sadam Husein no ha supuesto el cese del flujo de dinero destinado a financiar y premiar los atentados suicidas. No se ha podido encontrar ninguna remesa de dinero iraquí destinado a las familias de los suicidas desde el final de la guerra pero siguen llegando sumas importantes, en ocasiones a través de cuentas situadas en bancos europeos, procedentes de Irán, Siria y Arabia Saudí. La industria de los hombres bomba continúa su letal cometido a la sombra de la fe fanática. Fernando Múgica EL MUNDO, 1 de junio de 2003
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