Un párroco alicantino declara la guerra a la telefonía móvil.

El silencio y recogimiento propios de estas fechas de especial significación religiosa no se verán interrumpidos por el impertinente ruido que emiten sin ningún recato los teléfonos móviles en los momentos más inoportunos. Al menos en la Iglesia de los Desamparados de la localidad alicantina de Moraira. Francisco Llopis, su párroco, ha contratado los servicios de NiceCom, una empresa especializada, según su propia definición, «en garantizar un buen uso de las comunicaciones y prevenir sus posibles disfunciones o utilización indebida». Por ejemplo, mediante la fabricación del inhibidor de frecuencia de los celulares que Llopis ha instalado en el templo, muy visitado en estas jornadas de asueto por miles de turistas que se acercan, móvil en mano o a la cintura, a descansar a este rincón del Mediterráneo donde un día predicó San Vicente Ferrer. El sacerdote asegura que no tiene nada en contra de las telecomunicaciones, salvo si éstas, como es el caso, muestran una incompatibilidad manifiesta con su oficio. Justo antes de que éste comience, Llopis activa el inhibidor y deja los teléfonos de los concurrentes literalmente sin cobertura. Sin que intervenga la Providencia, sino, qué ironía, la técnica.