Guerra al «botellón»

El Ayuntamiento de Toledo ha decidido atajar los problemas que provoca el fenómeno de la movida juvenil nocturna en su casco histórico y prohibirlo para proteger el patrimonio cultural. El consistorio toledano hará efectivo el veto al botellón el jueves durante un pleno en el que se incluirá esta medida en la ordenanza municipal que regula el uso de las vías públicas. Según avanzó ayer el alcalde del municipio, José Manuel Molina, del PP, a partir de ahora quienes sean sorprendidos por la Policía en pleno botellón deberán cumplir una sanción social «trabajando en la limpieza de la calle que hayan ensuciado o realizando trabajos sociales en el casco histórico». El objetivo de la prohibición es triple: acabar con las molestias de ruidos que el botellón provoca en los vecinos, colaborar en la prevención del alcoholismo en la población joven y proteger el patrimonio histórico-artístico de Toledo, dañado a menudo por los residuos que dejan los grupos de jóvenes congregados en torno a botellas de alcohol. El convento renacentista de Santo Domingo el Real, la iglesia mozárabe de las santas Justa y Rufina o el Teatro de Rojas, del siglo XIX, son ejemplo de las consecuencias que esta práctica tiene sobre el acervo artístico toledano. «Con el alcohol ha habido mucha permisividad», señaló el primer edil de Toledo, que pedirá al Gobierno central y al de la Junta de Castilla-La Mancha que establezcan sanciones muy duras para los establecimientos dedicados casi en exclusiva a la venta de alcohol a jóvenes que, camuflados como «tiendas de chucherías», están especializados en la venta de alcohol y sólo suelen abrir las noches de los viernes y sábados. También Málaga, como otras capitales españolas, acusó ayer los efectos de un fin de semana de botellón en algunas de las zonas de mayor movida juvenil. Los urinarios públicos instalados por el ayuntamiento para evitar, al menos, a los vecinos los olores y la insalubridad de tanto alivio callejero han pasado a convertirse en meros elementos decorativos, si logran sobrevivir a los actos vandálicos de que son objeto. Los urinarios no han tenido muy buena acogida ya que los jóvenes siguen orinando fuera, en plena calle, pero ahora los puntos de referencia son precisamente las letrinas, que sirven sólo como diana del líquido corporal o simplemente para destrozarlas.